13 de diciembre de 2009

Pausa...

Como ya lo habrán notado, este blog tiene la cifra récord (no sé si lo sea, realmente, pero da lo mismo, el caso es que es un montón) de 31 días sin actualizarse. Eso sin contar que la última entrada de blog es condenadamente breve y sólo para decir que el concierto de AC / DC fue una maravilla. Sin contar también que la entrada previa a esa se dio medio mes antes y que ésta que escribo pensaba publicarla hace un par de semanas, por lo menos.

El caso es que el blog, ese espacio que tanto dije usaría para escribir, de lo que fuera, ha entrado en una suerte de pausa cuya explicación no puedo expresarla, porque ni siquiera yo la tengo. Así pues, como indica el titulo, esta entrada es sólo, dijera Õshima (personaje de Haruki Murakami), para mostrar lo evidente: el blog está en pausa y pronto, no sé cuando, pero pronto, se reanudara. Lo más probable, a como van las cosas, es que se reanude en enero. Es más, prometo que se reanudaré en enero, palabra de Dios y de hombre.

De cualquier manera, para que no se crean que mi holgazanería es también de mente, les comparto un índice de las cosas de las que se me ocurrió escribir y que fui incapaz de llevar al teclado en esos 31 días. Tal vez escriba de ellas cuando reanude el blog, tal vez se pierdan en mi memoria como tantas cosas que hoy más que nunca quiero olvidar. En fin, aquí están:

  • De cualquiera de los conciertos que, por fortuna e inusitada coincidencia, tuve chance de disfrutar este último par de meses: Marco Antonio Solís (Okey, este no, pero fui con mi mama y sí, lo disfrute un poco), Les Luthiers, Les Luthiers otra vez, AC /DC, y Los Fabulosos Cadillacs

  • De mi descubrimiento literario del año y acaso el mejor de mi vida (respetando a sus altas majestades Borges, Cortázar, Poe, etc, ustedes saben), el japonés Haruki Murakami.

  • De como un premio respetado a nivel internacional pierde, gracias a constantes entregas dudosas y una última entrega vergonzosa e insultante, su preponderancia a nivel mundial: el Premio Nobel. Y de como un premio más joven -más novel, pues-, a base de entregas sensatas y sencillas, toma esa preponderancia: el Príncipe de Asturias.

  • De como un acto arbitrario, lastimero y cobarde de un gobierno hideputa se convierte, gracias a toda la telaraña del poder, en lo mejor que ha hecho don Felipe. De como dejar en la calle a 40 mil persona y echarlos a la calle con las armas, se aplaude. Y de como el pueblo puede ponerse a favor de ese acto, gracias a un soberbio manejo de los tiempos y la información por el gobierno federal.

  • Y de como ese gobierno hideputa, no contento con su agravio, hace otros cuantos, ya no sé si igual o más lastimeros y arbitrarios, pero si más cobardes e indignantes.

  • De celebración, sí, por los 200 años del nacimiento de Edgar Allan Poe.

  • De lo fascinante que fue jugar The Beatles RockBand, y de lo fascinantes que son The Beatles.

  • De como Quentin Tarantino afirma que, para él, There will be blood, escrita y dirigida por Paul Thomas Anderson, es una obra maestra cinematográfica, al grado que le sirvió de motivación para intentar igualarla o superarla con Inglourious Bastards. Y de como, me parece, se quedo corto en su intento.

  • Del panorama actual de la ciencia ficción mexicana, de cómo hombres de la talla de Alberto Chimal, Bernardo Fernández "BEF", Ignacio Padilla y Guillermo Fadanelli la representan portentosamente.

  • De como el propio Chimal, junto a Álvaro Enrigue, son los mejores prosistas que tiene la literatura actual mexicana.

  • De nueva celebración, ahora, por el merecido premio Cervantes de Literatura 2009 José Emilio Pacheco.

  • De porque hago rabietas cada que veo a un imbécil por la calle vestido con un sombrero de ala... con cabello largo, playera, mezclilla y tenis. De como, pues, el sombrero paso de ser la pieza elegante a ser la prenda de moda que nadie sabe usar ni siquiera para su objeto más simple: cubrirse del sol. Ya no se diga para sus fines sublimes, la elegancia y el porte.

  • De como Miguel de Cervantes Saavedra, con las primeras dos palabras del prologo a su magna obra, te dice flojo y parásito, sin que te ofendas y sientas ganas de agradecerle la afrenta. Y sí, esta idea se la pirateé a Dieter, un colega que, con el tino que sólo el tiene, me hizo ver esa virtud cervantina.

  • Y de como y por qué, no me digan que no, la vida es una puta mierda.


Me parece, ahora que las leo escritas, que varias de ellas serían dignos temas del blog el próximo año, así que la reanudación del mismo puede ser más que una simple sorpresa. Por cierto, para aquellos que a la par de este seguían el blog de la tesis y el de los cuentos, les informo que ambos están en sus últimos días y apenas inicie el 2009, desaparecerán. Este será el único blog que mantenga, de paso por qué es el único que vale la pena.

Saludos a todos y feliz Guadalupe-Reyes. Hasta el próximo año.

13 de noviembre de 2009

AC/DC en México.

Ayer fuí al concierto de AC / DC en el Foro Sol. Sólo tengo una cosa que decir:

No pinches mames.

Así de cabrón estuvo. Para que se imaginen, aquí un video de la apertura del concierto (no es el de méxico, pero es la misma gira y ayer iniciaron igual)


27 de septiembre de 2009

Sobre "El Cantar de los Nibelungos"

Tiempo atrás, como parte de las actividades de un curso de literatura fantástica y ciencia ficción que tuve ocasión de tomar en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM., la titular del mismo proyectó una pelicula, muda y en blanco y negro, que versaba sobre la vieja leyenda germánica de los Nibelungos.

Aquella película, una obra maestra de Fritz Lang (en realidad se trata de un par películas: Die Die Nibelungen: Siegfried y Die Nibelungen: Kriemhild's revenge, rodadas en 1924), era puesta ante nosotros para reforzar lo visto sobre los simbolismos y representaciones de la literatura fantástica y como estos se mantenían e incluso invadían el cine contemporáneo. Sin embargo, lo cierto es que desde que vi aquel filme quedé fascinado por la historia del héroe Siegfried y me prometí acercarme a la obra que, según nos dijo la maestra, inspiró a Lang.

El cumplimiento de mi promesa, debo confesarlo, se demoró indefinidamente, hasta hace unas semanas que compré mi edición Porrua de la Ninbelungenlied y leí la parte que revisaríamos para una clase de Literatura Alemana que estoy cursano. La lectura llenó todas mis expectativas y pronto me vi motivado -y por ende, obligado- a terminar el todo el libro.

Me parece que El Cantar de los Nibelungos, o La Pena de los Nibelungos, según una distinta alusión encontrada en una de las versiones de la obra, es una épica que nos permite reflexionar muy profundamente sobre varias cosas. Ya sea sobre la literatura medieval y su virtud de pasar de la tradición oral a la forma escrita, o sobre su importancia para la historia alemana pues resulta evidente que resume en ella, sino todas, si gran parte de las leyendas de los pueblos germánicos.

Cabe centrarse un poco en estos dos aspectos. El primero vale decirlo con brevedad pues es un asunto bien conocido, que las historias sobre los héroes, reyes y caballeros medievales eran pasados de generación en generación, y de lugar a lugar. Y como ocurría desde la grecia antigua, estas hazañas eran reunidas y cantadas por los jugalres y poetas que se aseguraban así de conservarlas en la tradición oral de quienes les prestaban su atención.

Así podemos brincar al segundo asunto pues es evidente que el conjunto de hazañas narradas en la Nibelungenlied, a pesar de que tiene una evidente carga simbólica e incluso argumental del cristianismo, es un magistral resumen no sólo de las leyendas y mitos de los germanos, sino de algunos de los hechos históricos más importantes de estos grupos.

Decir que esta obra es la pieza más antigua de la literatura propiamente germana y añadir que es una extraordinaria manera de comprender la manera de ver el mundo de los hoy alemanes, es conseguir un acierto inevitable. Más aún, es parte de la afirmación última que tiene que hacerse: : el Cantar de los Nibelungos es quizá el más magestuoso intento de un pueblo por buscar una identidad comun, por fusionar las múltiples historias que forman su pasado y darse así una identidad propia, plausible.

Así pues, no resulta raro pensar que el héroe Siegfried sea considerado eso precisamente, un héroe, alguien a quien admirar y de quien platicar sus virtudes. Que la propia Kriemhild, con todo y su insaciable y lastimosa sed de venganza, sea un vivo ejemplo de la manera en que los germanos de entonces veían y admiraban cierto tipo de femineidad, ya fuera la de ella o la de Brunildad, por seguro en todo distinta. O, por qué no, el honor y la lealtad de Hagen, quien a pesar de ser el verdugo de Siegfried, acapará la atención de la épica como una suerte de hombre justo y fiel.

Cada carácter, con sus cualidades propias es, me parece, un ejemplo más de un grupo de hombres que busca darse una indivualidad, ditinguirse y con eso, a pesar de las tragedías, venganzas, castigos, desamores, traiciones, etc, a pesar de eso, autonombrarse.

23 de septiembre de 2009

Please, Don't stop me now

En 1978, en el ocaso de la decada que vió el esplendor musical de Led Zeppelin, Pink Floyd, Aerosmith, The Ramones, Bob Marley e incluso AC / DC (de quienes hable la última vez); en ese año el grupo británico Queen lanzó al mercado el sencillo Don't stop me now, como parte de su disco Jazz, lanzado esa misma fecha.

Mi pasión por este grupo está demás que la confiese. Me encanta. Sin embargo, lo cierto es que está canción en especial me fascina, tiene un magnetismo que la hace distinta y capaz de ponerla en cualquier momento, con el mismo resultado: un placer inenarrable. Por tiempo la he escuchado y cantado sin llegar a entender en donde radica ese encanto.

Quizá nunca lo descubra y tal vez hacerlo no sea verdaderamente importante. De cualquier manera, hoy, mientras la escuchaba por enésima vez en la tarde, pensé que quizá ese magnetismo estaba en el extraordinario trabajo vocal de Freddie Mercury. Misma razón acaso por la que me gustan canciones como Surffin Safary, de The Beach Boys; o Sherry Baby, de Frankie Valli. Tal vez la razón esté en el piano y entonces la comparación me llevaría a las mejores piezas de Ray Manzarek con The Doors (Light my fire, L.A. Woman) o a Tutti Frutti, de Little Richard, que tienen ese mismo encanto inexplicable.

Sea lo que sea, lo cierto es que esta es mi canción favorita de Queen y, aunque no sea su mejor pieza (Bohemian Rhapsody, evidentemente, es la mejor de ellos y acertadamente la mejor del siglo pasado), es un ejemplo más del portento de músico que era el originario de Tanzania.

Y, para no hablar de más y arruinar la canción con tanta critica y alabanza, mejor les dejo un video. Y de paso, agradezco al tío que hizo favor de poner los subtitulos en esta versión para Youtube.


13 de septiembre de 2009

AC/DC en México... próximamente.

Quizá ustedes no lo sepan, pero esta es una verdad que debo confesar: no me gusta mucho ir a conciertos, toquines y cosas de esas. Lo cierto es que he ido a muy pocos eventos de esta índole y por seguro iré a pocos en el futuro. Esto es, entre otras cosas, porque los conciertos de mis géneros de música favoritos digamos que está dificil que se presenten pues la mayoria de sus interpretes están, sino muertos, retirados del medio músical.

Sin embargo, hace un par de semanas un buen amigo mío, compañero de la facultad, me comentó que le sobraba un boleto para el concierto de AC/DC en México (el 12 de noviembre próximo, como parte de la gira de su último disco, Black Ice) y que me lo vendía al precio. Al principio lo pensé mucho pues, lo dicho, no me va eso de ir a conciertos, sin embargo, cuando este cuate comenzó a pasarme varias rolas del grupo (había oído sólo algunas y me gustaban, lo confieso), no tardé en decidir que debía ir a ese concierto.

Costase lo que costase.

Sobra decir que tras oir más y más las rolas me volví muy fan de la banda y ya espero con muchas ansias el concierto. A decir verdad, el género (Hard Rock) al que pertenece la banda no es precisamente de mi agrado y lo escucho muy poco -por no decir que nada-, empero, AC/DC tiene algo que las demás no. Algo que los hace oirse diferente, sin que por ello se vuelvan de otro género. Y algo que, para decirlo en breve, me ha convencido de ir a un concierto de ellos.

Será la voz de Brian Johnson (y la de Bon Scott en los primeros años de la banda), la guitarra de Angus Young, el discreto toque de blues en varias melodias, o acaso el tambien discreto toque de Rock and Roll en sus rolas, en casi todas. O será algo indescriptible que acaso ni sentido tiene nombrar, pero que vuelve a la banda un placer de escuchar.

En fin, no tiene caso extenderse más. Mejor les dejo un par de videos. El primero, la que según mi cuate es "la rola del Rock", Back in Black, incluida en el album homónimo, el más vendido de la banda y el segundo con más ventas de la historia. El segundo video, mi canción favorita, The Jack, interpretada en vivo en el concierto de Toronto (2003) Sí hacen algo como eso el próximo 12 de noviembre, sentiré que lo gastado es nada, y que hay que dejarles una cuantiosa propina... o algo así.

¡Disfrutenlos!



5 de agosto de 2009

Fernando Palomo: un retrasado y justo homenaje

El pasado seís de junio, la selección mexicana inició un nuevo proceso con Javier Aguirre al mando y enfrentó a la "discreta" selección de El Salvador. Lejos del resultado de aquel partido, quiero referirme a esa fecha para hablar de la polémica que se desató en los medios de comunicación previo al partido y, sobretodo, a la que enfrentaron los periodistas de ESPN David Faitelson y Fernando Palomo.

El primero un experimentado comentarista que pasó largo rato en Televisión Azteca junto a José Ramón Fernández y que siguió a éste último cuando, expulsado feamente de la televisora del Ajusco, fue bienvenido en una de las mejores cadenas deportivas. Autor de interesantes reportajes conocidos como "el color" y, sobretodo, de agudas y polémicas, aunque no siempre certeras críticas.

El segundo, un periodista y narrador salvadoreño que desde muy joven narra partidos para la citada cadena y que, para acabar pronto, es el mejor relatando los juegos de la Liga de Campeones de la UEFA. Cuando no está relatando, está dirigiendo alguno de las capsulas de ESPN o formando parte de soberbios debates en distintos programas.

Pues bien, este par de periodistas no pudieron hacer a un lado los sentimientos por su país a la hora de hacer una previa del partido que enfrentaría a México con El Salvador y brindaron, a lo largo del programa "Cronómetro" (conducido por Faitelson), una discusión memorable . Sin embargo, la verdad es que quiero aprovechar la discusión para hablar de uno de sus participantes. Quiero, pues, usarla de pretexto para hacer en este blog un merecido homenaje al que me parece uno de los mejores periodistas deportivos de habla hispana.

En aquella aguerrida discusión, Faitelson, fiel a su estilo aventado y casi irrespetuoso, arremetió sin más contra el fútbol salvadoreño (y contra su afición) y le considero mediocre e inexistente. Señaló que México no debería temer ante un "partido de tramite" y una selección con un nivel lamentable, olvidandose acaso de que tenía enfrente a un salvadoreño y de que lo que decía era una obviedad que sólo lo mostraba carente de argumentos para discutir una previa a un partido de fútbol que debía jugarse y no tramitarse.

Palomo, que suele ser bastante sensato y mesurado, interrumpió al mexicano. Le calló. Y no con una grosería, ni con un contrataque que criticara algún aspecto del fútbol mexicano defendido por faitelson. Ni siquiera desmintiendo lo que decía su hómologo. No, Palomo demostró que el periódismo no es de echar pleito sólo por echarlo y ganar rating (algo que, hay que decirlo, hacen Faitelson, Albert, Medrano, y otros más) al hacerlo, sino de debatir los argumentos con mejores argumentos. De, en términos vulgares, darle la vuelta a la discusión.

Así, el periodista salvadoreño omitió los ataques a su equipo y afición y, en respuesta, comentó que los suyos están ante una oportunidad de mostrarse mejores ante el mundo (como en efecto lo hicieron) y, de paso, exhibir a un fútbol mexicano carente de calidad (si, tambien eso) Con una humildad envidiable, y con una seguridad admirable, Palomo añadió que sí México veía el partido como un tramite, un juego más ante un cuadro "inexistente", entonces él no entendía porque su prensa le daba tanta imporgtancia y le dedicaba, por ejemplo, programas completos.

Con eso Faitelson no tuvo más que decir y sólo siguió defendiendose por inercia o necedad. Al final, Palomo tuvo su "tiempo fuera" y, con firmeza, repitió lo anterior y agregó que México teme que un equipo pequeño lo exhiba como lo que no es: un gigante. Entonces, Faitelson, que ya estaba más sarandeado que un pescado mazatleco, dejo a un lado su falsa faceta de periodista y tomó la de argüendero -que le queda más- para decir, con un ademán de las manos: "uy, mirá como tiemblo, Fernando."

Y él, sobrio, respondió: "sí, hoy tiembla México David, ante El Salvador." La discusión fue dura, se subió de tono y el salvadoreño en ningún momento hizo la afrenta personal, en ningún momento la sacó de lo deportivo y, más aún, de lo estrictamente futbolistíco. Jamás ofendió a nadie, ni a los jugadores, ni a la afición, ni al país. Y, por si eso fuera poco, jamás olvido que su labor estaba en polemizar a favor de la discusión, argumentando, y no sólo contestando.

En cambio, Faitelson hizo la discusión personal en un par de ocasiones, ofendió sin siquiera darse cuenta en varias ocasiones a los jugadores y afición salvadoreña (incluso al país, dandose el lujo de omitir "El" de el nombre de El Salvador, como si fuera lo mismo decir Méxica que México), así como al propio Palomo. Y sobretodo, discutió por discutir, evidenciado su pobreza periódistica y exhibiendose de la manera más lamentable ante un Palomo que salió grande de ese programa.

No, que va, estoy mintiendo, de allí no salió grande. Ya lo era, aquella discusión sólo le sirvió para demostrarlo. México teme que un equipo pequeño lo exhiba como lo que no es, un gigante, tal y como le paso a Faitelson... aunque bueno, en este caso no se enfrentó a ningún pequeño así que, sólo por ese pequeño detalle, le perdonamos el ridiculo.

En fin, les dejo abajo el video con la discusión y aprovecho para disculparme por la demora en escribir en este blog, sin embargo, he andado un poco corto de ideas y ha sido precisamente la casualidad la que me ha llevado a encontrarme este video que no podía dejar pasar sin comentar.


9 de julio de 2009

Libros, aquel preciado -y único- tesoro

Sí, es verdad, prometí que en la siguiente entrada de este blog subiría el segundo cuentacuentos. Y sí, dije que sería en breve. Sin embargo, la verdad, lo admito no sin pena o vergüenza, faltaré esta vez a ambas promesas. La segunda ya de manera evidente pues hace poco más de un mes de mi última entrada, aquella con las frases del "Batuta."

Y la primera, porque he decidido compartirles, en vez del cuentacuentos -que, por cierto, confieso tambien que aún no está listo-, una reflexión sobre un tema que ronda mi cabeza constantemente: la pasión por los libros.

Justo antier, mientras mi enfermera Mary me hacía la revisión medica antes de mi cita mensual con mi doctor, con el pretexto de hacer plática me preguntó que leía (pues siempre que voy al doctor, y siempre que voy a cualquier lado, llevo un libro conmigo), a lo que yo respondi lo cierto, que leía el libro de cuentos La Noche Navegable, de Juan Villoro.

Aquello fue sólo el pretexto o, dirán algunos, lo que romió el hielo. Pronto el tema pasó de lo buen escritor que es el susodicho Villoro, a la afición de Mary por Mario Benedetti y a la pasión compartida de ambos por un señorón de nombre Milan Kundera. Enseguida, salió a luz el asunto de los libros y una portentosa confesión de ella: "al comprar un libro te llevas un tesoro, como un boleto de un viaje, que puedes hacerlo cuando quieras."

Me dio la impresión que Mary, aunque aludía la compra del libro como la de un relato capaz de trasnportarnos a otro mundo, tambien refería el simple hecho de tomar aquel objeto capaz de ejercer esa función.

Hablo, pues, de este bendito gusto por tener libros, ya no sólo leerlos (lo que, a esta altura de mi enfermedad literaria, es más una medicina-y, por ende, una obligación- que un hobbie), sino por tenerlos. De esa ambición por comprar un libro que ya leí o tengo, porque hay una edición con mejor empastado, mejor diseño, mejor portada, qué sé yo; o aquella costumbre de entrar a una librería y no poder salir de ella sin algún ejemplar nuevo.

Comprar, tener, leer, releer y contemplar mis libros es algo que hago con una alegria que pocas otras cosas -o ninguna- reciben. En más de una vez y a más de una persona le he confesado que la única cosa que atesoro en la vida son mis libros, que mi orgullo más grande es ser un avido e incansable lector. ¿Por qué, a qué se debe que mi tesoro y orgullo sean esos pedazos de papel empastados, tan frágiles e inservibles en un sentido práctico?

Podría darle mil vueltas pero no puedo explicarlo, ni siquiera me lo explico yo mismo pero no puedo apreciar a otra cosa más que a mis libros. Recuerdo una canción de Joaquin Sabina, "Así estoy yo sin tí", extraordinaria, y la recuerdo porque en ella se le canta a una amante lo que es estar sin ella y jamás, en toda la melodia, se le dice. Hay miles de alusiones, de comparaciones, que tan sólo demuestran que por más cosas que se digan, simplemente no hay palabras para decir lo que es estar sin alguien. Así yo, sin poder explicar sensatamente el por qué de esta pasión, me limito a decir unas y otras palabras para explicar mi afición.

Comprar un libro es, lo ha dicho Mary, comprar un boleto a un viaje no precisamente redondo, que se puede hacer cuando se quiera, cuantas veces se quiera y que siempre, siempre es distinto. Adquirir un libro es pensar de inmediato en donde acomodarlo, al lado de quien ponerlo, como si ubicarlo junto a uno u otro autor fuera a hacerlo sentir incomodo. Abrir un libro es más que abrir una ventana, es construirla y abrirla a la vez, con cada letra, con cada frase, y cerrar el libro no es nunca cerrar ni derribar esa ventana.

Ver un libro maltratado es igual a ver un niño desamparado, y ver a una persona maltratar un libro -y subrayar es parte de maltratar- es como ver a un inféliz burlarse de ese niño. Regalar un libro es regalar ya no un viaje, sino un mundo entero; y recibir uno no es sólo eso, sino la obligación de volverse el primer habitante y el gobernante de ese lugar.

Eso y, por seguro, miles de cosas más sobrarían para explicar -sin explicar- lo que siento al comprar, tener, llevar, leer o simplemente ver algún libro. Mi cuarto es pequeño y en él, la mitad la ha ocupado un improvisado librero que ya he llenado. En el piso, sobre una manta limpia, he apilado otro montón de libros que ya no caben y que aguardan impacientes un lugar decente para ser acomodades. Pero ya no hay donde y la verdad es que prefiero sacar mi escritorio, mi ropero y hasta mi cama, antes que atentar contra ese tesoro.

Y sé que tarde o temprano tendré que hacerlo, al fin, qué más da, dormir en el piso, junto a mis libros, estoy cierto que será de sobra placentero. Eso o gastar, como buen bibliofilo, una respetable fortuna en un librero que albergue todos mis textos.

30 de abril de 2009

Las frases del "Batuta"

La película Rudo y Cursi, de Carlos Cuarón, quizá pase sin pena ni gloria por las críticas y la historia del cine. Sin embargo, los que la hemos visto quizá acordemos en que es un filme divertidísimo. Más aún, entendiéndolo como una especie de aventura de Gaél García Bernal y Diego Luna en un tema cuya pasión ambos comparten, la crítica se puede hacer merecidamente a un lado y dejar la película sólo al disfrute de sus espectadores.

Esta entrada, lejos de lo que su inicio aparenta, no busca hacer una revisión de la película ni reflexionar sobre la trama de la misma (quizá la historia de alguno de los Verduzco sea similar a alguna de los futbolistas del medio mexicano actual. Mi hermana cree sinceramente que lo que le ocurrió al "Cursi" es muy parecido a lo que le ocurre actualmente a Francisco "Kikín" Fonseca. Es cierto, excepto porque el "Kikín" no tiene ni una pizca del talento que, según el filme, tiene Verduzco), sino rescatar la frase de uno de los personajes, el mejor de ellos por cierto.

Hablo del narrador de la película, el que desencadena sus acontecimientos: el cazador de talentos Darío Vidali, apodado en el filme el "Batuta." Todas las personas con las que he charlado han estado de acuerdo conmigo en que las frases que usa como fondo de cada suceso son extraordinarias, lo suficiente como para hacer una compilación. La busque en Youtube (sí, soy adicto y, sí, todo se encuentra ahí, hasta la película completa) pero no encontré ninguna. Resignado, decidí que era mi obligación hacerla yo mismo y compartirla en este blog que, por cierto, hace mucho que no actualizo.

Así pues, aquí las frases de Darío Vidali, el "Batuta":

  • Hace tiempo un chabón me contó que el juego más hermoso que jamás haya creado el hombre nació con la cabeza de un soldado degollado y, obvio, con la patada llena de rabia que le dio un soldado enemigo. El primer gol, no oficial por supuesto, se decretó al pasar la cabeza volando por entre los árboles. "Oye eso es terrible", le dije al boludo; "depende", me contestó, "terrible para el arquero, pero para el delantero, fue la gloria."
  • En el juego, como en la vida, el esfuerzo individual no es nada si no es parte del esfuerzo colectivo. La colaboración no se entiende sin el principio básico de la generosidad. Todos nos brindamos por una misma causa, esa actitud nos une y nos hace hermanos.
  • El llano potrero es una paradoja, es en lugar más pobre y desamparado donde encontrás al diamante en bruto, sin vicios, puro. ¡Es un milagro!
  • Dicen que las primeras guerras de la humanidad sucedieron entre hermanos, y que más tarde nació el juego para evitarlas, imitándolas simbólicamente. Es una lástima que en nuestros días se confundan la guerra con el juego, y el juego con la guerra, especialmente entre hermanos.
  • Todo en la vida es una apuesta: una pelota pega en el poste y se va fuera o es gol, ¿de qué depende el resultado?, del destino por supuesto, y del efecto que se le imprime a la pelota al golpearla.
  • La banca es un purgatorio, es como un pantano: entre más te quedás y menos entrás, más te hundís. Es lo más parecido a llevar a tu novia de luna de miel, no poder hacer el amor, y además soportar que veintidós boludos y tres policías se agasajen con ella ante la mirada cómplice de miles.
  • No es nada personal pero para mi los arqueros desde siempre me han parecido seres luminosos, pajaros de mal agüero. Personajes solitarios, ermitaños que todo lo ven de lejos y que tienen permitido lo prohibido: se encargan de evitar goles y, al hacerlo, frustran toda alegria. ¡Son una catástrofe!
  • Los reencuentros son siempre momentos mágicos. Como el gol de un delantero después de una mala racha, o tocar la pelota después de una lesión prolongada, o el regreso de un hincha al estadio luego de años de ausencia.
  • El amor a la madre y el amor a la camiseta son la misma cosa. Y es que la vieja es nuestra primera identidad; por su amor, se lucha como por la vida. Todo hincha quiere demostrar que nadie ama a la camiseta como él, y todo hijo sabe que nadie ama a la vieja como él.
  • Decime si miento: el amor a la mujer es el mismo que el amor a la pelota. Hay que saber encontrarla y enamorarla, hay que cuidarla, guiarla con talento, ordenándole cuando es necesario pero siempre manteniendo el control.
  • Qué fácil sería si al nacer uno pudiera identificar la diferencia entre pasión y talento. Es la misma diferencia que existe entre un hincha y un crack, entre adorar y ser adorado.
  • El Fair Play acaba en donde comienza la intolerancia, cuando los hermanos deciden que el juego vuelve a ser guerra y entonces desaparecen las pelotas y regresan las cabezas degolladas para saciar la rabia y el rencor acumulados. Es una lástima.
  • ¿Pero qué se puede hacer cuando después de tantos años de adorar la camiseta, de cantar y gritar defendiéndola, muriendo por ella, ella encuentra a alguien con más pulmones y más ganas y que dice que sabe cantar y morir mejor por ella? ¿Cómo hacer a un lado el orgullo herido?
  • El problema del amor a la pelota es que todos quieren con ella, y ella quiere con todos. Por eso es tan importante cuidarla.
  • Penalti significa castigo. El castigo suele ser sólo para uno: para el que falla; el que acierta se cubre de gloria. Si ambos resultan castigados entonces significa que el juego de la vida que es el más grande, le ganó al juego del fútbol que es el más bello.
  • Todo, por amor al fútbol.

Decime si miento, boludos, ¿a poco no son una maravilla? Espero les hayan gustado, me despido prometiendo una siguiente entrega del cuentacuentos, la segunda, que en esta ocasión tocará a un autor algo más conocido y sin duda, creo, más extraordinario. Hasta entonces

17 de abril de 2009

Saúl necesita...

Hace unos momentos charlaba con una colega de la universidad cuando ella encontró en una nota en el facebook con una actividad muy entretenida. La hizo y la subió a su blog, animandome desués a hacer lo mismo.


Resultó bastante divertido y ahora emuló su iniciativa publicando en este blog los resultados. Es sencillo, se trata de poner tu nombre (entrecomillado) y la palabra "necesita" en el buscador de google (en mi caso: "Saúl" necesita), abrir los primeros diez resultados y enlistarlos. Usé el nombre de Saúl por que es más común que Esaú y da más -y mejores- resultados.


Aqui la lista de lo que, según Google, Saúl necesita:


1. Saúl necesita que los que lo rodean tengan confianza en el, lo amen.
2. Saúl necesita urgentemente una transfusión de sangre y Hierro es el único que lo puede salvar.
3. Saúl necesita tener activado JavaScript en su navegador.
4. Saúl necesita una silla de ruedas a motor para poder lograr un poco de independencia ya que actualmente depende totalmente de su madre
5. Saúl necesita 7 personas de 18-33 años para apoyar dentro de una Oficina generando 1.200Bs. mensual en 4 horas.
6. Saúl necesita una armadura para ser guerrero.
7. Saúl necesita urgentemente un cambio de rumbo, pero un cambio entendido con responsabilidad.
8. Saúl necesita un credito de 400 soles para la compra de materiales.
9. Saúl necesita cierto nivel de madurez.
10. Saúl necesita más.


¿De risa loca no? Haganlo y diviertanse un rato, pueden poner sus resultados en los comentarios. Hasta pronto.

16 de abril de 2009

Sobre el amor y el odio

Nunca he escrito sobre el amor, me causa una especial repugnancia. Tanto –o más- que el odio, su opuesto y su hermano. No entiendo lo que es, no entiendo lo que genera. Todas las guerras, las épicas y las vulgares, se deben a estos dos sentires pues son tan irracionales como ellos.

¿Hay guerra o siquiera conflicto alguno que no tenga en su origen el amor o el odio de uno o de millones a una persona o cosa? Ninguna. Los historiadores nos desvivimos en explicar la causa de luchas y batallas en cientos de aspectos políticos, sociales, económicos que al final vuelven sólo más complejo el problema. Los filósofos siguen el paso, desde su perspectiva, y al mismo objeto se dirigen sociólogos, psicólogos, arqueólogos y hasta astrólogos, que nunca están de más.

Que si las condiciones insufribles de los campesinos, obreros, peones, esclavos. Que si la disputa del territorio o el recurso del que se carece o se ambiciona. Que si la tiranía y sus errores, impaciente de ceder ante la todopoderosa democracia. Que si el ataque a la soberanía, la libertad de expresión, los derechos humanos, y un interminable etcétera. Siempre, al final, cuando uno lee las causas dadas a los sucesos, ya no sabe si reír por pena y vergüenza, o para olvidar con eso lo pasado y omitir que lo han hecho hombres en lo fundamental iguales a uno.

Tan iguales como hace mil, dos mil, tres mil años. Tan llenos de la misma mierda de sentimientos y el mismo jodido deseo de llevarlos a cabo a como dé lugar. Y qué vano sentido tiene saber que tal conflicto se originó por tal asunto si, finalmente, no fue más que el amor de unos por una cosa, y el odio de sus rivales a eso mismo lo que lo generó. Si fue la incapacidad de unos para dejar de odiar, y la necedad de otros para dejar de amar.

El amor a la libertad (lo que quiera que ésta sea), el odio a la igualdad entre personas; el amor a la patria (lo que quiera que ésta sea), el odio a la libertad de las naciones; el amor a la democracia (lo que quiera que esta sea), el odio a la tiranía; el amor a Dios (lo que quiera que Éste sea), el odio al paganismo; el amor a la mujer (lo que quiera que esto sea), y el odio a los que se aman. Al final, todo es una risible –léase “humana”- historia de amor y odio.

Amor y odio son los únicos componentes permanentes, junto al hombre, de la historia. Siempre están, siempre son causa, siempre son objetivo. Leí alguna vez un cuento sobre un mundo poblado por autómatas insensibles. El mundo perfecto. En eterna paz y fraternidad, sin insultos y golpes por las calles, sin insultos y misiles por los aires: silencioso, armonioso, encantador. Y aburrido.

No podemos soñar con eso. No mientras sigamos siendo humanos y nos distingan el amor y el odio entre nosotros. ¿Puedo pedirles que dejen de amar y odiar?, ¿exigirles hacer a un lado esos sentimientos y evitar así todo conflicto futuro?... No, no puedo, simplemente, porque no puedo pedirles que dejen de vivir. Vivir es amar, oí decir a algún tío, amar a la vida. Y amar es necesariamente odiar, al mismo tiempo, a lo opuesto, lo que se opone a lo que amamos.

Y llega el punto en que me quedó sin palabras, en que yo mismo cedo a lo irracional del amor y el odio, avaló su existencia, la permito y casi la aplaudo. Ojalá algún día pueda amarse sin que deba lucharse contra nada, y odiarse sin luchar en respuesta. Sí, sé que ese día nunca llegará, pero esa nada del desear y renunciar siempre me ha causado un singular placer.

El amor, tanto –o más- que el odio, me causa una especial repugnancia. Sin embargo, en sólo unos días he pasado de amar profundamente, a odiar con todas las fuerzas. Y sé, maldita sea la cosa, que en las venideras me pasaré al otro lado. Y que esto será un círculo interminable que, lo he dicho ya, me resulta repugnante. Y divertido.

Como la guerra.

16 de marzo de 2009

Cantando bajo la lluvia

Contemplaba la torre de rectoría en Ciudad Universitaria, desde uno de los balcones de la Facultad de Filosofía y Letras. Afuera llovía a cuenta gotas. Una de esas lluvias inexplicables, perdida en medio del loco mes de curso, antecedida por un soleado día y seguida por una no menos cálida noche. Era mi cumpleaños.

Hacía tiempo que no veía llover. Lo extrañaba. Con excepción de las insoportables tormentas que no dejan hacer ni ver nada, adoro las pequeñas lluvias y más aún las aisladas, siento que evocan el tiempo perdido y el anhelado tanto como ellas mismas están perdidas. Aquel día, por alguna azarosa y convenida razón, era mi cumpleaños y entre los regalos recibidos sin duda el mejor fue esa lluvia y la pintura de ella.

De camino a casa, con las gotas rozando mi cabeza, sentí una inexplicable alegría y una insensata impaciencia. La ausencia de un sombrero sobre mi pelo me hizo rabiar un poco. No lo deseaba para protegerme de la lluvia (para eso, dicen, son los paraguas) sino para poder cantar bajo la lluvia como lo hiciera Genne Kelly hace algunos años en una de las secuencias más memorables del cine.

Así, aunque me hubiera encantado tener encima mi Fedora negro, mi Nafta Café o mi Napolitano blanco, omití ese importante detalle y comencé a cantar. Distaba de estar alegre, tan alegre como para cantar sin importar la lluvia, empero, fue la misma lluvia la que me motivó cierta alegría que pronto vacié en el canto y casi en el baile.

¿Qué canté?, la pregunta es obvia, señores: "Singing in the rain" de Arthur Freed, la canción hoy mítica gracias a la interpretación que hizo Gene Kelly en la película homónima de 1952. Pensando al respecto llego a una aventada conclusión: o hay que estar muy alegre para bailar y cantar bajo la lluvia (como es el caso de Don Lockwood, el personaje de Kelly), o hay que estar muy triste y encontrar el desahogo cantando bajo la lluvia. Ambos, sin embargo, son fascinantes.

Mi caso por supuesto es el último y es por eso que dedico esta entrada al momento en el que, sí, lo confieso, desahogue todo en unas desafinadas notas musicales ambientadas en la lluvia. Fue extraordinario y sólo falto mi sombrero y paraguas para hacer el momento perfecto. Sin embargo, esa combinación es exclusiva de Kelly y a él hay que dejársela.

En ausencia de un video de mi ridiculez, les comparto uno del propio Genne Kelly en la extraordinaria escena ya referida, con todo y la introducción para que entiendan un poco de la felicidad que desborda después.

23 de febrero de 2009

Heath Ledger y su merecido Oscar

El pasado domingo se hizo la entrega anual de los premios Oscares, los que entrega la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas, y más allá de aplaudirse la correcta elección de la mayoría de los ganadores, creo que es justo dedicar unas líneas a la más atinada de estas: la de Heath Ledger.

El australiano, fallecido el pasado 22 de enero por una sobredosis accidental, se hizo acreedor al Oscar póstumo como mejor actor de reparto por su trabajo en Batman: The Dark Night. Y aunque la terna era difícil (sólo mencionar a Phillip Seymour Hoffman es de miedo), no había entre los candidatos alguno que hiciera sombra a la portentosa actuación de Ledger.

Sí la segunda parte de la secuencia del Batman de Christopher Nolan es hasta ahora la mejor película que se ha hecho sobre el vigilante de la noche, esto es gracias al trabajo de Ledger. Uno puede aplaudir el guión, los efectos visuales, la dirección, etc.; sin embargo, al final basta con ponerse de pie ante lo hecho por el australiano. Seamos francos, desde que oímos su risa y él aparece por vez primera en a película, ya es justo ponernos de pie.

Es curioso, un personaje como el Joker, tan despreciado por muchos y tan admirado por otros -yo, por supuesto, me incluyo en estos últimos-, ha sido interpretado ya por dos de los actores más extraordinarios: Jack Nickolson y Heath Ledger. Comparar sus actuaciones es equivoco pues los Jokers que personalizan son en idea distintos y ambos están perfectamente logrados según su base. Aún así, creo que la diferencia está precisamente en que mientras Nickolson consigue un Joker esplendido, no trasciende más allá de lo que la película le exigía; en cambio, Ledger usa a la película como un telón de fondo para hacer un Joker, en una palabra, perfecto.

La discusión sobre el personaje es larga y sería tedioso copiarla aquí. Sin embargo, es evidente que el Joker diseñado por Frank Miller es quizá el mejor de todos y llevarlo a la pantalla grande exigía un gran trabajo de actuación, mucho más que los anteriores que tenían una historia menos profunda y en algunos lamentabes casos hasta cómica. Ese Joker, el de Miller, es el que Nolan decidió tomar para su película (decisión de sobra acertada y aplaudida) y para representarlo eligió a un actor que, en principio, parecía equivocado.

Seré completamente honesto, cuando me enteré de que él haría el papel del Joker, hice un coraje, una rabieta y luego caminé decepcionado. Sólo conocía su trabajo en 10 things I hate about you, The Patriot y A Knight's tale, y no me parecía ser el adecuado para un papel tan serio como el del Joker (y esta frase no tiene ironía alguna) Mi sorpresa fue mayúscula cuando aparecieron las primeras imágenes e indescriptible cuando fueron surgiendo las primeras criticas alabando su actuación.

La película se estrenó finalmente y aun recuerdo mi salida de la sala del cine. Complacido, extasiado, fascinado y casi orinado en los pantalones de la emoción, me convencí de que ese era el mejor Joker jamás realizado y que lo de Ledger era increíblemente, inverosímilmente portentoso. ¿Un golpe de suerte acaso?, ¿un papel justo a su estilo?

Nada de eso, sólo un papel dado a un maravilloso actor. Porque, lo aclaro, mi apreciación del trabajo de Ledger cambió y se reforzó cuando vi su labor en Brokeback Mountain. Un tipo que es capaz de tal actuación sin duda es capaz de lo que hizo en el filme que este año le entrego un Oscar póstumo. Creo, sin temor a equivocarme, que Ledger corrió con mala suerte en la elección de sus películas hasta sus últimos días, sin embargo, a fuerza de sinceridad, creo que en las anteriores hizo buenos trabajos, considerando que las películas no le exigían gran cosa.

Es una pena que Christian Bale haya sido el actor principal (quién sino, la película es sobre su personaje), porque de sobra me queda claro que de haber sido Ledger el protagónico, su nominación -y victoria- sería por actor en rol principal. Sin embargo, resulta innecesario ya que con el premio dado (sumado a otros) Ledger se inmortaliza como lo que era, uno de los mejores actores de su generación. Es triste e inevitable pensar en lo que hubiera pasado si su trágica muerte fuera falsa, lo que el futuro depararía en materia de cine a este hombre. Cuántas -y de cuanta calidad- películas no nos deleitarán después y cuando alcanzara mayor madurez.

Al final, como consuelo, uno puede ver y volver a vez su secuencias en The Dark Night, y pararse y aplaudir una y otra, y otra, y otra vez.

13 de febrero de 2009

Inventario belga

Es curiosa la idea de hacer un inventario. Lo es más si uno es victima de alguno. ¿Lo han pensado acaso?, hacer una revisión minuciosa de todo lo que se posee, saber su valor, su utilidad para poder venderlo, heredarlo, entregarlo. Es hablar con mera materialidad de cosas, quizá, que han recibido un valor espiritual tras poseerlas.

Sin embargo, un inventario resulta necesario.

¿Y qué si hablamos de un inventario no material, qué si evaluamos aquello que no podemos valorar en ninguna moneda de curso? Hace poco, en la última sesión de mi cátedra de literatura de cada miércoles, la invitada (Silvia Molina) narraba la minuciosa manera de hacer los inventarios por los agentes domiciliarios belgas, asentando ya no cuántos cubiertos alberga la cocina, sino cuántas manchas tiene el espejo del baño o rasgaduras la cortina de la ventana. Y entonces lanzó la pregunta que desde entonces resuena en mi cabeza y hoy motiva esta entrada, ¿y si hiciéramos un itinerario belga, así de minucioso, en nuestras relaciones amorosas?

Lo pensé y lo deseché al instante, sólo para meditarlo enseguida y concluir que no era absurdo y que funcionaria de maravilla.

Un recuento de todas las heridas del alma, de todo lo que debe sanarse. Una revisión esmerada de los orgullos y vergüenzas, de las alabanzas y los reproches. Empaquetar aquello que das, con todo cuidado, sin prometer más, y recibir a cambio lo mismo. Y saberlo desde el momento en que lo recibes, conocer que estás frente a algo con tales cosas, con estos roces, con aquellos desgastes.

Y no es, deba aclarase, un acto egoísta para conocer a donde te diriges y ver si te avientas o no. En absoluto. Se hace cuando uno ya ha decidido aventarse y es precisamente lo contrario a un acto egoísta y de paso lo más cercano a la honestidad y la franqueza.

¡Cuántos problemas no se resolverían!, uno no podría reclamar después que le han hecho daño, que le han abierto nuevas heridas, que le han puesto el dedo en viejas yagas o que han dejado el alma destrozada. No, no si hay un inventario, no si se ha hecho constar que las heridas hay estaban y que no pueden achacarse a nadie. O bien que no estaban y que no hay mayor culpable que ese alguien. Y entonces, ¿si sabemos qué heridas nuevas hay, no es más fácil remediarlas, sanarlas? ¿No es acaso el desconocer el origen de los problemas la real y única causa de que los problemas no puedan resolverse?

Piensenlo un segundo; evoquen sus antiguas relaciones, las actuales, imaginen las futuras. ¿No serían acaso distintas si tuvieran un inventario al iniciarse?, ¿no tendríamos menos odio a la personas antes amadas ni a nosotros mismos?, ¿no seriamos más capaces de reconstruir las cosas y edificarlas mejor?, más aún, ¿no podría así conseguirse una relación más firme, consciente de virtudes y debilidades, al tanto de lo que puede y no destruirla?

Quizá me equivoco, no dejo de pensar en que tal vez todo es absurdo y erróneo. Sin embargo, cuando veo hacía atrás y me hago inventarios postergados, ¡cuánto lamento no haberlos hecho a tiempo!

El reproche ya no me sirve de nada así que me atengo a la promesa.

4 de febrero de 2009

De "El curioso caso de Benjamin Button"

Es difícil, casi imposible, que una película basada en un cuento lo superé. Usualmente los directores de cine intentan acercarse a lo conseguido por los literatos y usualmente fallan a pesar de conseguir extraordinarios filmes. Sin embargo, el domingo me encontré con un caso que contradice este orden.

Hablo, sí, de un filme que supera un cuento. La película "El curioso caso de Benjamin Button" de David Fincher, y basada en el cuento homónimo de Francis Scott Kay Fitzgerald, es un portento de película que supera, desde mi parecer, lo conseguido por el celebre novelista.

El guión, que debemos a Eric Roth (aplaudido ya por los guiones de "Forrest Gump" y Munich"), es una adaptación que toma la idea de Fitzgerald de un hombre que va contra la corriente: nace viejo y con el paso del tiempo rejuvenece. La idea, hay que admirárselo a Fitzgerald, es extraordinaria; sin embargo, me parece que el cuento no acaba por explotarla. Y es ahí donde entra la película.

En el cuento, la historia comienza de golpe, avisándonos de súbito el nacimiento de esa criatura extraña. En la película, antes de ello, nos presentan una mini historia de un relojero que, tratando de recuperar a su hijo muerto, termina un reloj que camina hacía atrás. Este relato, además de ser espléndido, es una manera suave de adentrarnos a un suceso que por si mismo es inverosímil para que, cuando este surja, lo parezca menos y se nos presente más bien cómico o, mejor dicho, menos trágico.

Por lo demás, la historia del relato y del filme es distinta y no vale la pena señalarla. Lo que si vale destacar es lo magnifico que plantea la película su desarrollo. Benjamin Button, que nace viejo, aprende lo mismo que aquellos que nacemos niños ¡y en el mismo orden que lo aprendemos nosotros!, mas con unas sutiles diferencias que hacen su caso, no extraordinario ni absurdo, sino curioso.

Por si el planteamiento de la historia no fuera ya suficiente, la película lo remata con unos diálogos asombrosos. Cada secuencia es en sí un breve relato y cada relato es digno de platicarse, de verse de nuevo. Si el comienzo es para pararse a aplaudir con la historia del relojero, cada una de las etapas de la vida de Benjamin son para hacerlo de nuevo, claro, toda vez nos hemos limpiado las lagrimas.

En fin, la verdad es que si no han visto la película no deberían demorar nada en hacerlo. Si no han leído el cuento, aquí se los comparto. No se preocupen, no les arruina la película leerlo antes o después. Eso sí, olvide decirlo, el final del cuento es lo más rescatable, sencillamente porque consigue eso que en un filme no se puede mostrar pues se consigue con palabras que se adentran más allá que las imágenes.

Por lo demás, y aunque no es lo común, me quedo con la película. Aquí el trailer, hasta pronto.



28 de enero de 2009

De Dominic y María Santiago: la escena más extraordinaria de un videojuego

Si el titulo de la entrada no ha sido suficiente para espantarlos y alejarlos de leerla, si ha de hacerlo el decirles que no está equivocado: voy a hablarles de la escena más extraordinaria jamás conseguida en un videojuego.

Por principio de cuentas hablamos de uno de los mejores juegos creados, Gears of War 2. Es cierto, su historia es un verdadero fiasco, predecible a niveles absurdos y tonta a niveles mayores. La primer entrega había conseguido una historia que, aunque no extraordinaria, resultaba cuando menos interesante y eso fue justamente lo que acabó con la segunda parte, excepto por una cosa, una sola cosa que salva a la historia y, de no ser por las portentosas gráficas y el estupendo modo de juego, también al juego.

Hablo de la historia de Dominic Santiago y su esposa María. Ya saben, hay una guerra, la humanidad se enfrenta a los Locust, unas criaturas "inhumanas y genocidas" (cito al presidente Prescott, uno de los personajes del juego) que salen de debajo del planeta Sera que cohabitan con los humanos. En resumen, ambas razas buscan erradicarse y en esa lucha los Locust comienzan a tomar prisioneros, entre ellos Maria Santiago.

Del personaje se sabe poco, es esposa de Dominic (uno de los gears que combaten con mayor fiereza) y huyó de casa al iniciarse la guerra para ser capturada después. En el juego, mientras se dan de catenazos humanos y Locust, Dominic Santiago busca información de su esposa hasta que, finalmente, en el penúltimo acto, descubre donde la tienen. Va allí, da con ella y... bueno, ¿no pretende que les eche a perder la escena verdad?

Dejo mi relato hasta allí y me detengo a hablar un poco de la escena, un regalo de EPIC Games de cerca de tres minutos que, para qué mentirles, me arrancó lágrimas. Quizá sea por que soy estúpidamente sensible o por que mi corazón sigue enamorado pero, hay que decirlo, la escena me hizo llorar. La secuencia, la música, los diálogos (los vi en español y son esplendidos; ya vi la versión en inglés y también lo son), el trasfondo, son de diez. Si hubiera Oscares a esto, no hay duda, son para Dominic y esa escena.

Si ustedes son jugadores de XBox 360 y tienen en su poder una copia del juego, por favor, no bajen esta pantalla y, por lo que más quieran, no le den Play al video, en serio no querrán echarse a perder la mejor escena del juego, mejor pasen la campaña y véanla, súfranla. Si no tienen la consola o el juego, o bien no gustan de jugar a estas cosas del diablo (según ciertos predicadores, incluido un niño predicador), por favor den Play al video y disfruten la que, para mi, es la mejor escena jamás conseguida en un videojuego. Aquí está.



Olvidé decirles que tuvieran sus pañuelos cerca, como yo.

19 de enero de 2009

"José Pérez León", de los Tigres del Norte

En uno de esos azarosos viajes que se consiguen con tiempo de sobra y una ventana de Internet con el Youtube abierto, me topé con una melodía que hacía mucho no escuchaba y que reconocí desde el primer acorde: "José Pérez León", de los Tigres del Norte.

No, no es una canción buena. Nada parecido. Ni siquiera me pondré a discutir, como ocurre en los comentarios del video (en YouTube, claro), sobre si es o no un cuadro extraordinario de los sufrimientos de los mexicanos que cruzan al otro lado y mueren en el intento, o de la crudeza y gravedad de tal problema. Nada de eso. Por el contrario, lejos de polémica alguna, me limito a compartirles una canción que me amenizo un poco mí aburrida tarde. Sólo eso.

Con las salvedades señaladas, les dejo a continuación el video con la melodía y enseguida la letra por si les entraron ganas de cantarla. Digamos, simplemente, emulando al Blog de Dieter, que es "La rola de hoy"



Él era un hombre de campo
oriundo de Nuevo León,
tenía apenas 19 años
su nombre: José Pérez León

Tenía un primo lejano
que de mojado se fue
al poco tiempo le envió un telegrama
diciendo ven pronto José.
Pues un trabajo le habían encontrando
distando algodón como él

Y se fue, y se fue
ahogando el llanto en el adiós
con su mujer.
Se fue sin saber,
que de ese viaje ya jamás iba a volver.
Pobre José

Cuando llegó a la frontera
con Willy se entrevistó.
Era el pollero más afamado
y astuto de la región.
Le dijo Pepe hoy estas de suerte
mañana te cruzo yo.

La madrugada de un viernes,
en una vieja estación,
30 inocentes pagaban su cuota,
entre ellos, José Pérez León
y sin dudarlo a todos metieron
en el interior de un vagón.

El tren cruzo al otro lado
casi 7 horas después
fue cuando el aire empezó a terminarse
y ya nada pudieron hacer,
nadie escucho aquellos gritos de auxilio
y la puerta no quiso ceder.
Uno por uno se fueron cayendo
y así falleció el buen José

Y se fue, y se fue
a cruzar el cielo con sus ansias de crecer.
Se fue sin saber,
que ya su esposa un hijo suyo iba a tener.
Pobre José

Así termina la historia, no queda más que contar
de otro paisano que arriesga la vida
y que muere como ilegal,
de aquel José que mil sueños tenía y que a casa
jamás volverá.

16 de enero de 2009

Cuentacuentos 1: Presentación y "Conejos blancos", de Leonora Carrington

Anunciaba en mi anterior entrada que la próxima vez que escribiera en este blog lo haría para presentar una innovación. Lo prometido es deuda y les compartó ahora la primera edición de "Cuentacuentos", un tipo de entrada que espero sea tan recurrente como sea posible.

¿Que es cuentacuentos?, lo que se oye, el contar cuentos. Mejor dicho, el narrarlos. Es un espacio en el que pretendo presentarles algunos cuentos breves de autores importantes para acercarlos a ellos con la esperanza de que puedan leerlos después. Por eso mismo, también agregaré inicios de novela, con el mismo fin de interesarlos y, espero, motivarlos a leerlas.

Aunque mi intención original era narrar los cuentos yo mismo y subirlos a este blog, pronto me di cuenta que mi tono de voz y mi capacidad de lectura no es la deseada, por ello, y mientras encuentro una mejor solución, he recurrido a un software que convierte el texto en voz: Text Aloud. No obstante, este programa tiene incluidas unas voces informáticas horripilantes que sencillamente no me gustaban para narrar nada, así que solucione tal problema descargando las voces desarrolladas por Loquendo.

Con estas voces las narraciones se vuelven más naturales, aunque no están exentas de algunas complicaciones. Al final creo que Esperanza, la voz mexicana de Loquendo; y Diego, la voz argentina, resultaron las mejores para narrar los cuentos y capítulos de novela que les iré presentando.

Además, cada relato irá acompañado de una breve presentación de su autor, sólo para complementarlo. Para el primero, narrado por Esperanza y subido al final de esta entrada, he elegido el cuento "Conejos blancos", de la pintora y literata anglo-mexicana Leonora Carrington. El mismo, incluido en la obra El séptimo caballo y otros cuentos, lo descubrí en una reciente lectura y mi fascinación por el fue tal que me animé a darle el honor de ser el primer relato de esta innovadora sección de Cuentacuentos.

Carrington, más reconocida como pintora que literata, nació en Lancashire (Inglaterra) en 1917 y actualmente vive en México, a donde se trasladó en 1942. La obra de la que esta tomada el cuento se publicó en 1988 cuando la autora ya tenía la nacionalidad mexicana y el prestigio de pintora surrealista bien ganado y defendido. Cabe decir que aunque es reducida, su obra literaria es destacada, al grado tal que un hombre de la talla de Julio Cortázar (de quien hablé hace muy poco) se limitó a decir que escribía "cuentos estupendos, como nunca se me habría ocurrido hacerlos."

Espero se hagan su propia opinión y, tras escuchar este cuento, se acerquen a la obra de esta importante autora. Aquí el relato, agregado como podcast gracias al extraordinario sitio web Poderato:


Tomado de: Cuentos inolvidables según Julio Cortázar. Prólogo de Carlés Álvarez Garriga. México: Alfaguara, 2008 (Serie Roja) pp. 73-78.

7 de enero de 2009

De vuelta

Las vacaciones suelen tener la enorme ventaja de alejarnos del trabajo o la escuela y la actividad cotidiana para relajarnos o, como dicen, distraernos. Sin embargo, a veces tambien consiguen alejarnos de aquellas cosas que hacemos a la par de la escuela. En mi caso, lo confieso, las vacaciones me alejaron de la escuela y del Blog, éste que hago a la par de la primera.

De cualquier manera, estoy de vuelta después de disfrutar un muy buen periodo vacacional y para añadir más y mejores entradas a este blog que renové precisamente para no abandonar. La próxima entrada, de hecho, es una innovación que se me ha ocurrido y que espero guste.

Aprovecho para desearles felices fiestras (retrasadas), felices reyes (retrasados un poco menos) y la mejor de las suertes en este nuevo año. Y de paso les dejo una foto para que vean que en efecto me fuí de vacaciones y no fue simple pereza lo que me impidió actualizar el blog.

En la playa, leyendo a Kundera... insuperable. ¡Hasta pronto!