16 de abril de 2009

Sobre el amor y el odio

Nunca he escrito sobre el amor, me causa una especial repugnancia. Tanto –o más- que el odio, su opuesto y su hermano. No entiendo lo que es, no entiendo lo que genera. Todas las guerras, las épicas y las vulgares, se deben a estos dos sentires pues son tan irracionales como ellos.

¿Hay guerra o siquiera conflicto alguno que no tenga en su origen el amor o el odio de uno o de millones a una persona o cosa? Ninguna. Los historiadores nos desvivimos en explicar la causa de luchas y batallas en cientos de aspectos políticos, sociales, económicos que al final vuelven sólo más complejo el problema. Los filósofos siguen el paso, desde su perspectiva, y al mismo objeto se dirigen sociólogos, psicólogos, arqueólogos y hasta astrólogos, que nunca están de más.

Que si las condiciones insufribles de los campesinos, obreros, peones, esclavos. Que si la disputa del territorio o el recurso del que se carece o se ambiciona. Que si la tiranía y sus errores, impaciente de ceder ante la todopoderosa democracia. Que si el ataque a la soberanía, la libertad de expresión, los derechos humanos, y un interminable etcétera. Siempre, al final, cuando uno lee las causas dadas a los sucesos, ya no sabe si reír por pena y vergüenza, o para olvidar con eso lo pasado y omitir que lo han hecho hombres en lo fundamental iguales a uno.

Tan iguales como hace mil, dos mil, tres mil años. Tan llenos de la misma mierda de sentimientos y el mismo jodido deseo de llevarlos a cabo a como dé lugar. Y qué vano sentido tiene saber que tal conflicto se originó por tal asunto si, finalmente, no fue más que el amor de unos por una cosa, y el odio de sus rivales a eso mismo lo que lo generó. Si fue la incapacidad de unos para dejar de odiar, y la necedad de otros para dejar de amar.

El amor a la libertad (lo que quiera que ésta sea), el odio a la igualdad entre personas; el amor a la patria (lo que quiera que ésta sea), el odio a la libertad de las naciones; el amor a la democracia (lo que quiera que esta sea), el odio a la tiranía; el amor a Dios (lo que quiera que Éste sea), el odio al paganismo; el amor a la mujer (lo que quiera que esto sea), y el odio a los que se aman. Al final, todo es una risible –léase “humana”- historia de amor y odio.

Amor y odio son los únicos componentes permanentes, junto al hombre, de la historia. Siempre están, siempre son causa, siempre son objetivo. Leí alguna vez un cuento sobre un mundo poblado por autómatas insensibles. El mundo perfecto. En eterna paz y fraternidad, sin insultos y golpes por las calles, sin insultos y misiles por los aires: silencioso, armonioso, encantador. Y aburrido.

No podemos soñar con eso. No mientras sigamos siendo humanos y nos distingan el amor y el odio entre nosotros. ¿Puedo pedirles que dejen de amar y odiar?, ¿exigirles hacer a un lado esos sentimientos y evitar así todo conflicto futuro?... No, no puedo, simplemente, porque no puedo pedirles que dejen de vivir. Vivir es amar, oí decir a algún tío, amar a la vida. Y amar es necesariamente odiar, al mismo tiempo, a lo opuesto, lo que se opone a lo que amamos.

Y llega el punto en que me quedó sin palabras, en que yo mismo cedo a lo irracional del amor y el odio, avaló su existencia, la permito y casi la aplaudo. Ojalá algún día pueda amarse sin que deba lucharse contra nada, y odiarse sin luchar en respuesta. Sí, sé que ese día nunca llegará, pero esa nada del desear y renunciar siempre me ha causado un singular placer.

El amor, tanto –o más- que el odio, me causa una especial repugnancia. Sin embargo, en sólo unos días he pasado de amar profundamente, a odiar con todas las fuerzas. Y sé, maldita sea la cosa, que en las venideras me pasaré al otro lado. Y que esto será un círculo interminable que, lo he dicho ya, me resulta repugnante. Y divertido.

Como la guerra.

4 comentarios:

EktoradO dijo...

Dato curioso: sin aprender a tolerarlos, aceptamos el nombre con el que nos introdujeron a ellos, y es obvio que dos simples palabras de cuatro letras cada una no pueden encerrar tanto.

Bueno, no pueden y lo hacen. Eso se llama ser humano.

Comparto, en lo esencial, tu interpretación.

Ulises dijo...

que cada quien tiene su forma de ver el amor ya sea bueno o malo para quien lo quiera sentir o vivir

Anónimo dijo...

Hola Esaú soy Nancy Abigail

Las cosas que comentaste en este texto tienen mucha razón, ya que el odio y el amor van de la mano, uno detras del otro y como lo dijiste, en el final del amor comienza el odio y denuevo todo vuelve a comenzar.

Mas sin embargo creo que asi como estos llegan a causar guerras, conflictos, etc. tambien pueden llegar a ser un incentivo para las personas, para llegar a superarse, alcanzar esas metas que tanto anhelan.

Pues el amor puede lograr que la persona mas timida se vuelva extrovertida para asi lograr tal vez conquistar a alguien o incluso declararsele a esa persona por la que siente ese amor. El odio igualmente se puede convertir en algo parecido pero tambien depende de la manera en como lo interprete la persona; ya ke si un alumno odia a uno de sus profesores pues este se porta mal e incluso a el profesor le cae mal este alumno, y tal alumno nisiquiera quiere entrar a su materia, puede llegar a reprovar; pero si el alumno se decide por demostrar que apesar de que no le agrada esa materia el puede aprovarla sin problemas, el odio habra servido como incentivo para que el alumno aprovara.

En fin jaja ya me debraye mucho jaja. Creo que el amor y el odio, pueden ser buenos o malos dependiendo de la forma de pensar de la persona, y pueden causar tanto beneficios como trajedias.

Ahora si jaja adios ojala y te agrade el comentario.

Adios :)

Anónimo dijo...

Hola!

Me llamo diana fernanda, es muy curioso eso que dices del odio y el amor estoy de acuerdo
contigo esos dos sentimientos siempre han estado con el hombre y crean grandes
conflictos es tan raro como en unos segundos después de amar tanto algo lo llegues a
odiar parece que se unen aunque sean lo contrario
suele suceder muy seguido y a pesar de que todo esto crea problemas
son lo que le dan un poco de sentido a la vida.

Que estés bien!