27 de septiembre de 2009

Sobre "El Cantar de los Nibelungos"

Tiempo atrás, como parte de las actividades de un curso de literatura fantástica y ciencia ficción que tuve ocasión de tomar en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM., la titular del mismo proyectó una pelicula, muda y en blanco y negro, que versaba sobre la vieja leyenda germánica de los Nibelungos.

Aquella película, una obra maestra de Fritz Lang (en realidad se trata de un par películas: Die Die Nibelungen: Siegfried y Die Nibelungen: Kriemhild's revenge, rodadas en 1924), era puesta ante nosotros para reforzar lo visto sobre los simbolismos y representaciones de la literatura fantástica y como estos se mantenían e incluso invadían el cine contemporáneo. Sin embargo, lo cierto es que desde que vi aquel filme quedé fascinado por la historia del héroe Siegfried y me prometí acercarme a la obra que, según nos dijo la maestra, inspiró a Lang.

El cumplimiento de mi promesa, debo confesarlo, se demoró indefinidamente, hasta hace unas semanas que compré mi edición Porrua de la Ninbelungenlied y leí la parte que revisaríamos para una clase de Literatura Alemana que estoy cursano. La lectura llenó todas mis expectativas y pronto me vi motivado -y por ende, obligado- a terminar el todo el libro.

Me parece que El Cantar de los Nibelungos, o La Pena de los Nibelungos, según una distinta alusión encontrada en una de las versiones de la obra, es una épica que nos permite reflexionar muy profundamente sobre varias cosas. Ya sea sobre la literatura medieval y su virtud de pasar de la tradición oral a la forma escrita, o sobre su importancia para la historia alemana pues resulta evidente que resume en ella, sino todas, si gran parte de las leyendas de los pueblos germánicos.

Cabe centrarse un poco en estos dos aspectos. El primero vale decirlo con brevedad pues es un asunto bien conocido, que las historias sobre los héroes, reyes y caballeros medievales eran pasados de generación en generación, y de lugar a lugar. Y como ocurría desde la grecia antigua, estas hazañas eran reunidas y cantadas por los jugalres y poetas que se aseguraban así de conservarlas en la tradición oral de quienes les prestaban su atención.

Así podemos brincar al segundo asunto pues es evidente que el conjunto de hazañas narradas en la Nibelungenlied, a pesar de que tiene una evidente carga simbólica e incluso argumental del cristianismo, es un magistral resumen no sólo de las leyendas y mitos de los germanos, sino de algunos de los hechos históricos más importantes de estos grupos.

Decir que esta obra es la pieza más antigua de la literatura propiamente germana y añadir que es una extraordinaria manera de comprender la manera de ver el mundo de los hoy alemanes, es conseguir un acierto inevitable. Más aún, es parte de la afirmación última que tiene que hacerse: : el Cantar de los Nibelungos es quizá el más magestuoso intento de un pueblo por buscar una identidad comun, por fusionar las múltiples historias que forman su pasado y darse así una identidad propia, plausible.

Así pues, no resulta raro pensar que el héroe Siegfried sea considerado eso precisamente, un héroe, alguien a quien admirar y de quien platicar sus virtudes. Que la propia Kriemhild, con todo y su insaciable y lastimosa sed de venganza, sea un vivo ejemplo de la manera en que los germanos de entonces veían y admiraban cierto tipo de femineidad, ya fuera la de ella o la de Brunildad, por seguro en todo distinta. O, por qué no, el honor y la lealtad de Hagen, quien a pesar de ser el verdugo de Siegfried, acapará la atención de la épica como una suerte de hombre justo y fiel.

Cada carácter, con sus cualidades propias es, me parece, un ejemplo más de un grupo de hombres que busca darse una indivualidad, ditinguirse y con eso, a pesar de las tragedías, venganzas, castigos, desamores, traiciones, etc, a pesar de eso, autonombrarse.

23 de septiembre de 2009

Please, Don't stop me now

En 1978, en el ocaso de la decada que vió el esplendor musical de Led Zeppelin, Pink Floyd, Aerosmith, The Ramones, Bob Marley e incluso AC / DC (de quienes hable la última vez); en ese año el grupo británico Queen lanzó al mercado el sencillo Don't stop me now, como parte de su disco Jazz, lanzado esa misma fecha.

Mi pasión por este grupo está demás que la confiese. Me encanta. Sin embargo, lo cierto es que está canción en especial me fascina, tiene un magnetismo que la hace distinta y capaz de ponerla en cualquier momento, con el mismo resultado: un placer inenarrable. Por tiempo la he escuchado y cantado sin llegar a entender en donde radica ese encanto.

Quizá nunca lo descubra y tal vez hacerlo no sea verdaderamente importante. De cualquier manera, hoy, mientras la escuchaba por enésima vez en la tarde, pensé que quizá ese magnetismo estaba en el extraordinario trabajo vocal de Freddie Mercury. Misma razón acaso por la que me gustan canciones como Surffin Safary, de The Beach Boys; o Sherry Baby, de Frankie Valli. Tal vez la razón esté en el piano y entonces la comparación me llevaría a las mejores piezas de Ray Manzarek con The Doors (Light my fire, L.A. Woman) o a Tutti Frutti, de Little Richard, que tienen ese mismo encanto inexplicable.

Sea lo que sea, lo cierto es que esta es mi canción favorita de Queen y, aunque no sea su mejor pieza (Bohemian Rhapsody, evidentemente, es la mejor de ellos y acertadamente la mejor del siglo pasado), es un ejemplo más del portento de músico que era el originario de Tanzania.

Y, para no hablar de más y arruinar la canción con tanta critica y alabanza, mejor les dejo un video. Y de paso, agradezco al tío que hizo favor de poner los subtitulos en esta versión para Youtube.


13 de septiembre de 2009

AC/DC en México... próximamente.

Quizá ustedes no lo sepan, pero esta es una verdad que debo confesar: no me gusta mucho ir a conciertos, toquines y cosas de esas. Lo cierto es que he ido a muy pocos eventos de esta índole y por seguro iré a pocos en el futuro. Esto es, entre otras cosas, porque los conciertos de mis géneros de música favoritos digamos que está dificil que se presenten pues la mayoria de sus interpretes están, sino muertos, retirados del medio músical.

Sin embargo, hace un par de semanas un buen amigo mío, compañero de la facultad, me comentó que le sobraba un boleto para el concierto de AC/DC en México (el 12 de noviembre próximo, como parte de la gira de su último disco, Black Ice) y que me lo vendía al precio. Al principio lo pensé mucho pues, lo dicho, no me va eso de ir a conciertos, sin embargo, cuando este cuate comenzó a pasarme varias rolas del grupo (había oído sólo algunas y me gustaban, lo confieso), no tardé en decidir que debía ir a ese concierto.

Costase lo que costase.

Sobra decir que tras oir más y más las rolas me volví muy fan de la banda y ya espero con muchas ansias el concierto. A decir verdad, el género (Hard Rock) al que pertenece la banda no es precisamente de mi agrado y lo escucho muy poco -por no decir que nada-, empero, AC/DC tiene algo que las demás no. Algo que los hace oirse diferente, sin que por ello se vuelvan de otro género. Y algo que, para decirlo en breve, me ha convencido de ir a un concierto de ellos.

Será la voz de Brian Johnson (y la de Bon Scott en los primeros años de la banda), la guitarra de Angus Young, el discreto toque de blues en varias melodias, o acaso el tambien discreto toque de Rock and Roll en sus rolas, en casi todas. O será algo indescriptible que acaso ni sentido tiene nombrar, pero que vuelve a la banda un placer de escuchar.

En fin, no tiene caso extenderse más. Mejor les dejo un par de videos. El primero, la que según mi cuate es "la rola del Rock", Back in Black, incluida en el album homónimo, el más vendido de la banda y el segundo con más ventas de la historia. El segundo video, mi canción favorita, The Jack, interpretada en vivo en el concierto de Toronto (2003) Sí hacen algo como eso el próximo 12 de noviembre, sentiré que lo gastado es nada, y que hay que dejarles una cuantiosa propina... o algo así.

¡Disfrutenlos!