"That Pale blue dot" (ese pequeño punto azul) es el titulo que le han dado a esta secuencia, añadida por Carl Sagan al espléndido documental Cosmos: un viaje personal en 1990. En ese año (como lo indica el inicio del vídeo), la sonda Voyager 2 (continuación del programa Mariner, enviada en 1977 para investigar los planetas exteriores) giró sobre su eje y captó la imagen de la tierra desde el punto más lejano posible hasta entonces, 6'000 millones de kilómetros (Plutón está a 7'529 millones en su punto de orbita más lejano). Desde ahí, la Tierra tiene que encontrarse entre un cumulo de estrellas y polvo cósmico y, cuando finalmente se localiza, no es más que un pequeño punto azul.
Para algunos, sin duda, no será más que eso, un pequeño e insignificante punto azul, mas para el resto, esa insignificancia lleva a la reflexión. Primero, sobre la importancia de nuestro planeta en el universo, practicamente nula, y luego la de nosotros, una especie que en la escala de tiempo del planeta lleva menos de un segundo de existencia y aun menos en la escala cósmica. Cuando Carl Sagan recibió esta imagen, no tuvo más remedio que añadir esta reflexión al final de uno de los capítulos de Cosmos. Y lo que muestra este vídeo es la mejor reflexión de uno de los mejores divulgadores de ciencia del siglo XX, sino el mejor.
El vídeo, de paso, resume porque me gusta tanto la astrofísica, porque si las matemáticas no fueran mi talón de Aquiles; ni la historia, mi profesión, habría elegido estudiarla. Y porque, pese a no tener relación alguna mi campo de estudio con ella, la astronomía está más constantemente en mis pensamientos que la historia o que casi cualquier otra cosa. El montaje de imágenes, la voz reflexiva de Sagan, la música (cortesía de Vangelis), y sobretodo el tema, convierten a este vídeo en uno de mis favoritos:
¿Qué somos realmente?, ¿qué importancia tenemos en el infinito cosmológico, en la vastedad del sistema solar, incluso en la efímera historia de nuestro planeta?, ¿qué sentido tiene cualquier disputa entre líderes, por una fracción insignificante de algo que, a escasa distancia, se pierde a la vista? Simplemente, si esto no los lleva a la reflexión, nada podrá hacerlo.
Dice Sagan que este es, de momento, nuestro único hogar. Sin embargo, él soñaba con que alguna vez el hombre alcanzaría las estrellas, terraformaría planetas y extendería sus dominios por el vasto universo hasta que él mismo pudiera decir: "mira, alguna vez vivimos en ese pálido punto azul." Entre los sueños de todos, humanos o divinos, a mi, ese es el que me emociona.
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