Tiempo atrás, como parte de las actividades de un curso de literatura fantástica y ciencia ficción que tuve ocasión de tomar en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM., la titular del mismo proyectó una pelicula, muda y en blanco y negro, que versaba sobre la vieja leyenda germánica de los Nibelungos.
Aquella película, una obra maestra de Fritz Lang (en realidad se trata de un par películas: Die Die Nibelungen: Siegfried y Die Nibelungen: Kriemhild's revenge, rodadas en 1924), era puesta ante nosotros para reforzar lo visto sobre los simbolismos y representaciones de la literatura fantástica y como estos se mantenían e incluso invadían el cine contemporáneo. Sin embargo, lo cierto es que desde que vi aquel filme quedé fascinado por la historia del héroe Siegfried y me prometí acercarme a la obra que, según nos dijo la maestra, inspiró a Lang.
El cumplimiento de mi promesa, debo confesarlo, se demoró indefinidamente, hasta hace unas semanas que compré mi edición Porrua de la Ninbelungenlied y leí la parte que revisaríamos para una clase de Literatura Alemana que estoy cursano. La lectura llenó todas mis expectativas y pronto me vi motivado -y por ende, obligado- a terminar el todo el libro.
Me parece que El Cantar de los Nibelungos, o La Pena de los Nibelungos, según una distinta alusión encontrada en una de las versiones de la obra, es una épica que nos permite reflexionar muy profundamente sobre varias cosas. Ya sea sobre la literatura medieval y su virtud de pasar de la tradición oral a la forma escrita, o sobre su importancia para la historia alemana pues resulta evidente que resume en ella, sino todas, si gran parte de las leyendas de los pueblos germánicos.
Cabe centrarse un poco en estos dos aspectos. El primero vale decirlo con brevedad pues es un asunto bien conocido, que las historias sobre los héroes, reyes y caballeros medievales eran pasados de generación en generación, y de lugar a lugar. Y como ocurría desde la grecia antigua, estas hazañas eran reunidas y cantadas por los jugalres y poetas que se aseguraban así de conservarlas en la tradición oral de quienes les prestaban su atención.
Así podemos brincar al segundo asunto pues es evidente que el conjunto de hazañas narradas en la Nibelungenlied, a pesar de que tiene una evidente carga simbólica e incluso argumental del cristianismo, es un magistral resumen no sólo de las leyendas y mitos de los germanos, sino de algunos de los hechos históricos más importantes de estos grupos.
Decir que esta obra es la pieza más antigua de la literatura propiamente germana y añadir que es una extraordinaria manera de comprender la manera de ver el mundo de los hoy alemanes, es conseguir un acierto inevitable. Más aún, es parte de la afirmación última que tiene que hacerse: : el Cantar de los Nibelungos es quizá el más magestuoso intento de un pueblo por buscar una identidad comun, por fusionar las múltiples historias que forman su pasado y darse así una identidad propia, plausible.
Así pues, no resulta raro pensar que el héroe Siegfried sea considerado eso precisamente, un héroe, alguien a quien admirar y de quien platicar sus virtudes. Que la propia Kriemhild, con todo y su insaciable y lastimosa sed de venganza, sea un vivo ejemplo de la manera en que los germanos de entonces veían y admiraban cierto tipo de femineidad, ya fuera la de ella o la de Brunildad, por seguro en todo distinta. O, por qué no, el honor y la lealtad de Hagen, quien a pesar de ser el verdugo de Siegfried, acapará la atención de la épica como una suerte de hombre justo y fiel.
Cada carácter, con sus cualidades propias es, me parece, un ejemplo más de un grupo de hombres que busca darse una indivualidad, ditinguirse y con eso, a pesar de las tragedías, venganzas, castigos, desamores, traiciones, etc, a pesar de eso, autonombrarse.