12 de octubre de 2011
De vuelta... otra vez
Ya lo leyeron y ya adivinaron de que va esta entrada: anunciar que vuelvo a escribir en el blog después de una muy larga pausa. Las razones de esa pausa seguro no la justifican y apuesto a que no las interesan pero, por si llegaran a servir de algo, basta decirles que hubo de por medio una mudanza y un proyecto que, digamoslo en tres palabras, ocuparon toda mi atención.
En ese periodo decidí renunciar a un montón de cosas y tomar una decisión arriesgada que empezó como una posibilidad remota y se concretó bien pronto. Un breve resumen: el proyecto era iniciar un negocio familiar, una café en el pueblo del que es originario mi padre y parcialmente mi madre y del que yo guardo lindos pero añejos recuerdos de infancia: Temascaltepec de González, Estado de México. El proyecto ha sido todo un éxito (y acá les presumo su página de internet: Café Amarain) y aunque hemos sufrido y nos ha exigido más de lo que esperabamos. tambien nos ha llenado más de lo que estimamos. A mi, que soy un tipo que encuentra su felicidad en cosas bien simples, me tiene muy complacido.
Por supuesto, sino lo adivinaron entre líneas, les confieso que atreverme a ese proyecto me exigió mudarme de la ciudad en la que crecí, estudié y viví para precisamente vivir en un pueblo al que sólo iba de visita y diversión plena y al que no visitaba desde hace un par de años o más. Allí estaba el riesgo, allí lo extraño de la decisión y allí tambien su justificación: quería hacer algo riesgoso y extraño, distinto; especial. Quizá atiné, quizá no, pero de mientras siento que acerté, incluso cuando eso significó dejar atrás un montón de cosas. Lo cierto es, empero, que ya estaba muy harto de ellas y necesitaba renunciar a todas. Intenté hacerlo de a poco y de la manera más calmada y sensata, como acostumbro hacer todo, pero de pronto asomó la chance y por ésta única vez decidí tomarla sin miramientos y aventarme a una aventura que sólo me garantizaba mantenerme ocupado en algo que siempre me ha gustado, aunque hasta hoy lo hacía en un segundo plano, por así decirlo.
Y no me extiendo de más en esta entrada porque lo único que pretendo con ella es anunciar mi vuelta y enunciar lo evidente, que mi blog y mi labor de blogger no están entre las cosas a las que renuncié y seguiré cumpliendo con ellas en la medida que me sea posible hacerlo. En la próxima entrada, (que quizá publique mañana si corro en suerte tener un rato libre para hacerlo) completaré la reflexión sobre mi partida de la ciudad y, más aún, sobre mi llegada a este encantador pueblo. Antes de despedirme, una justificación final, ustedes disculpen, el asunto es que este singular proyecto afortunadamente -o desafortunadamente, ustedes dirán- me tiene ocupado practicamente todo el día y mucho me temo que aquella promesa que hice hace bastantes lunas de escribir al menos dos entradas de blog por semana (a razón de una en jueves y otra el domingo) tendrá que verse reducida y ha de conformarse con una entrada por semana y en el día en que tenga tiempo suficiente para hacerla. Intentaré que sea cada jueves e intentaré tambien aventarme las dos entradas cuando tenga chance de hacerlo. Promesa de blogger.
Ahora si, sin más y dejando de fondo los bombos platinos tras mi regreso, me despido a la espera de la próxima entrada.
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1 comentario:
Espero con muchas ansias la "segunda parte de esta entrada"
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