18 de diciembre de 2008

El fin de un ciclo

Algunos usaran ese titulo el próximo 31 de diciembre; yo, en cambio, lo uso hoy. Y no es por llevar la contra (costumbre ajena a mi persona) sino porque hoy para mi es el fin de un ciclo empezado hace dos años y que ya anhelaba impaciente que terminara.


Corría el mes de junio de 2006 cuando yo me presenté por vez primera en el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM.) con una intención muy concreta y absurda: entregar un documento. Se trataba de una constancia para la maestra Silvia Cuesy, quien había tomado parte en un evento que varios compañeros organizamos en la Facultad de Filosofía y Letras. Como nadie quería aventurarse a dejar la constancia, me propuse a hacerlo yo.

Me dirigí pues allí y por alguna de esas casualidades –sí, aquellas que no existen pero agradecemos cuando suceden–, Silvia tuvo un chispazo de memoria y me preguntó, “Oye, tu sabes o conoces a alguien que sepa traducir inglés?”, yo asentí con la cabeza pues el inglés es una de las pocas que presumo saber y ella me planteó integrarme a un proyecto en el que antes trabajaba una becaria a la que nunca conocí y sólo supe que se fue a Canadá dejando al Instituto con un becario menos.

No tiene caso detallarles más: acepté, me pusieron a prueba y me incluyeron en el proyecto coordinado por el maestro Jesús Méndez Reyes. Aquel semestre no pudieron pagar mis servicios con dinero y la maestra Patricia Irigoyen Millán, entonces Jefa de Proyectos Históricos propuso hacerlo con libros. Quienes me conocen y advierten en mi esa afición enfermiza por los libros sabrán que no dude ni un instante en aceptar.

Y así, de agosto a diciembre de 2006 me dedique de llenó y con fascinación a traducir un documento a todas luces interesante. Llegó 2007 y con él la invitación de Silvia a incorporarme de manera “oficial” al Instituto, cosa que hice al meter mis papeles y ganar una de las diez becas. Un año me dedique a ese documento, haciendo el aparato critico que la maestra Cuesy seleccionaba previamente.

A pesar de que ya no estaba el maestro Méndez (pues dejo el INEHRM. gracias a un mejor trabajo en Tijuana), ese año fue esplendido pues el documento era extraordinario y mi trabajo me encantaba. Tenía además el beneficio económico y uso de la biblioteca, tanto como el apoyo académico de las maestras Cuesy e Irigoyen.


Pero llego el 2008 y con él un nuevo director para el Instituto, el abogado José Manuel Villalpando César. Yo había renovado la beca y seguía trabajando en el mismo proyecto hasta que el recién citado decidió que ya no debía hacerlo más pues el Instituto se encargaría ahora de “labores más cercanas a la difusión y divulgación de la historia.”

Señaló también que nuestro proyecto próximo a terminarse y publicarse no “servía para nada” y sería dado de baja, lo que en efecto ocurrió. Lamentablemente, eso era sólo el principio: al poco la maestra Cuesy renunció y se integró al Colegio de México (tal fue una buena decisión pues allí se apoyó la publicación del documento), y nuevos proyectos llegaron al Instituto.

Algo he de confesar antes de seguir. Si bien las intenciones del nuevo director me parecían sensatas, nunca estuve de acuerdo con la manera de acometerlas. Es un hecho que me gusta la difusión y quizá me dedique a ello desde mi trinchera literaria, sin embargo, no puedo aprobar de ninguna manera lo que Villalpando ha venido haciendo.


Ha tenido aciertos, es verdad, pero sus acciones equivocas –al parecer mio, aclaro– han terminado por ser más evidentes. Sin embargo, creo no ser más que un opositor perdido entre la muchedumbre enardecida de satisfacción, si ustedes buscan en google a este distinguido personaje encontraran cantidad de alabanzas y vítores y poca o ninguna critica a su labor. Yo, en cambio, no me cansaré de criticarle aquello en lo que creo que se equivoca y, a fuerza de brevedad, me limitó a denunciar su decisión de eliminar proyectos avanzados y fundamentales para la divulgación histórica que escupe defender.

Pero esa, por cierto, es otra historia. Después de andar de aquí para allá haciendo cantidad de cosas, la mayoría inútiles, el día de hoy asistí por última vez al Instituto pues, aunque me fue sugerido, no renovaré beca el año entrante. Es cierto, es una ayuda económica muy útil que me ilusiona tener por tercer año consecutivo, empero, es más fuerte mi deseo y convicción de defender lo que pienso. Quizá mi mayor aprendizaje de éste año haya sido la lealtad a uno mismo y, sí el año entrante renuevo esa beca, estaré faltando a eso a cambio sólo de un jugoso ingreso material.

En fin, lo anterior es sólo para compartirles lo ya dicho: hoy, con la entrega del último informe y la despedida de las personas conocidas se cierra mi ciclo como becario del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México.



¿Qué me deja ese periodo?: amplios y firmes conocimientos de muchos temas (entre ellos el que a la postre se volvió mi tema de tesina), el conocimiento de gratas personas más allá de lo que sea que trabajan en el Instituto (Patricia Irigoyen, Jesús Méndez, Silvia Cuesy, Lilián Camacho, Elsa Aguilar Casas, Roger, Oscar Arvizu, Diana Salazar…), y la experiencia que ha acabado por definir mi futuro, al menos en intención. Me refiero a haber visto como la academia se cierra cada vez más sobre si misma y se olvida que aquello que trabajan –la historia– la hacen los hombres y a ellos, y a nadie más, ha de volverse.

Los ciclos se cierran, lo sé. Y llegan su fin para que otros puedan iniciar. Yo no sé cual sigue, al momento que esto firmó sólo sé que aquello que en delante inicia ya no será igual. Nunca más será igual pues aquello en lo que más creo será puesto por delante de todo cuanto haga aún cuando sea pagado de manera miserable o repudiado por quienes en la frente no llevan impresa su lealtad, sino su hipocresía.

Como suelo decir: Amanecerá… y veremos.

1 comentario:

Patricia dijo...

estimado Esaú:
Con gran interés he leido tu vivencia y agradezco tu cordura y decisión. Así como el recordarme como parte de tu vida en el INEHRM.
Tienes razón cuando dices que hay que cerrar ciclos. Yo lo he hecho, pero no dejo de pensar y ver con tristeza lo que ocurre en el instituto desde la llegada del abogado Villalpando.
Te equivocas en algo, hay mucho negativo en internet sobre él porque a quienes si nos interesa la historia y buenos trabajos, vemos lo que ocurre ahi.
Te deseo lo mejor, eres muy bueno en tu trabajo y mucha suerte.
Saludos