22 de diciembre de 2008

Sobre la pestilencia de Cortázar

Es indignante, pero ocurrió. Disfrutaba un taco de papas con chorizo en casa de cierta amistad universitaria cuando uno de los asistentes a aquello que era una celebración propia de éstas épocas se acercó y preguntó si leía o escribía algo actualmente. Respondí que este semestre había leído algunos cuentos que me faltaba conocer del argentino Julio Cortázar.
Al mencionar ese nombre, otra colega universitaria que se servía con esmero un taco de chicharrón en salsa verde nos interrumpió y lanzó una cuestión: "¿Qué estás leyendo de él" Respondí "Casa tomada y otros cuentos" y, como debe ser, me dijo que a ella le parecía esplendida esa colección. Yo asentí y ambos caímos en vítores para el literato argentino hasta que ella se despidió y pasó a un cuarto alterno.

Desde allá la escuché gritar a alguien: "¿A ti no te gusta Cortázar, un escritor argentino elevado, pero cabrón?" Una descripción escueta pero sincera. Escuché la respuesta: "Cortázar apesta." No supe quien la dijo y decidí que no me interesaba saberlo. Aquella chica insistió con la pregunta más sensata que se le hace a alguien que ha dicho que algo no le apetece o le disgusta: ¨¿Por qué?" Y la respuesta: "Nomás, porque apesta."

Quise saber que voz capaz de hilvanar dos idioteces tan monumentales pero me contuve. Es cierto que no la obra de Cortázar puede no gustar a todos pero al menos uno puede hacer un esfuerzo por identificar y decir las razones por las que le disgusta y sinceramente la respuesta de aquel sujeto me pareció tan insensata que ya escucharía al propio Cortázar riéndose.

Que Cortázar apeste por ser Cortázar es de risa loca. El mismo argentino, tan fascinado por el tema de los dobles que tantos y tan buenos escritos generó, sin duda haría un cuento "de una sentada" -como solía hacerlo- donde, sin el más mínimo insulto, ridiculizaría aquella respuesta.

Pensando en eso fue que quise responder a aquella afrenta literaria pero no encontré palabras y supe que la mejor manera era sacar mi libro de mi petaca y leer solo un párrafo para preguntar en donde infiernos estaba la pestilencia de Cortázar de la que el tipo se ufanaba. Al final, empero, me contuve pues no quise arruinar la velada en la que yo era sólo un invitado más.

Sin embargo, me queda la espinita y les paso a ustedes, lectores, mi inquietud. ¿Apesta Cortázar? No respondan como aquel, de improviso. Antes escuchen el capítulo siete de Rayuela, narrado por el propio Cortázar y entonces sí respondan, con sinceridad, ¿apesta Cortázar?



Yo, francamente, no percibo ninguna pestilencia.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Apesta por que escribía cosas estupidas cobijadas por un manto de pseudo-complejidad, pero que en el fondo no decían nada mas que necedades cuando mucho ej:

"Empiece por mirar el barómetro, pero puesto boca abajo,
como debe ser. Luego encierre bajo llave las cucharas. no se
vayan a escapar por la chimenea. Deténgase un momento y
procure guardar silencio, por si bostezase la reproducción de
Rembrandt que tiene usted en el comedor..."
Es caca, y los pseudo-intelectuales se sienten muy copados diciendo que le encuentran el sentido a esto, cosa que no hacen, por que es imposible