Trataré de que cada entrada sea breve -y cumpla así cabalmente con su función "pretextuosa"- y de paso contenga una probadita de lo que recomiendo. Y para empezar me voy a lucir con mi primera recomendación, un autor que más vale les guste: Gonçalo M. Tavares. Les parecerá que eso de "más vale les guste" suene amenazador y exagerado, pero se los confirmo y lo hago además con el respaldo de José Sarámago. No, no es que el Premio Nobel portugués fuera mi cuate, sino que él dijo de Tavarés que "...no tiene derecho a escribir tan bien a los treinta y cinco años, dan ganas de darle un puñetazo."
Con esa frase se los presento. Y les paso unos detalles para que lo ubiquen antes de lanzarse a buscarlo en su librería favorita. Tavares es un narrador (pues igual escribe novela, cuento, poesia, dramaturgia) portugues -nacido en Angola, cabe señalar- que pese a su juventud se ha hecho ya de un prestigio internacional y es una de las mejores plumas del mundo literario. Un tipo que gana tantos adeptos como tíos que compran sus novelas pues, lo digo en serio, basta con leerle sólo un poco para descubrir que es un genio y que debe leersele más.
Y me puedo seguir diciendo más y más virtudes de esa la voz literaria de Tavares pero prefiero que ustedes la escuchen -quiero decir, la lean- y queden igual o más atrapados que yo. Les comparto enseguida un cuento muy breve (sino ni lo van a leer, eso seguro) incluido en su libro Agua, perro, caballo, cabeza. Se llama "Otro desastre":
"Una vez sentí algo similar. Tenía que pagarle a un oculista. Llevaba el cheque ya preparado. Llegué al lugar y me dijeron: murió ayer, en un accidente de coche. Tenía el cheque a su nombre, y ahora estaba muerto. El primer pensamiento fue: si tengo un cheque para pagarle, no puede estar muerto. El segundo pensamiento, pasados unos segundos, fue: me voy a quedar con el dinero. El tercer pensamiento fue: ¿cómo fue capaz tu cabeza de tener el segundo pensamiento? El cuarto fue: la gente piensa en todas las hipótesis de una situación, incluso en las hipótesis repugnantes.
Pero el señor tenía un padre aún vivo, y yo rasgué el cheque antiguo y escribí el nombre del padre en otro cheque, era casi lo mismo, sólo cambiaba la primera palabra. Estábamos los dos en un restaurante de comida rápida, de pie. Y el padre de mi oculista, que había muerto en un accidente de coche dos días antes, estaba vestido de negro y estaba triste, hablaba poco, y tenía los ojos bajos. Pero recibió el cheque.Gonçalo M. Tavares. Agua, perro, caballo, cabeza. Traducción de Ana M. Garcia Iglesias. Oaxaca de Juárez, Almadía, 2009. p. 41.
¿A poco no es fantástico? Si les parece así, vayan a comprar sus libros que además gozan de las bellísimas ediciones de Editorial Almadía. Además de la que acabó de compartirles, tambien tiene publicado otro libro de cuentos titulado Historias falsas y la extraordinaria novela Jerusalén. No tienen desperdicio.