El pasado 10 de enero la
FIFA entregó los premios a lo mejor del año,
incluido el
Balon de Oro al mejor jugador. Si bien hace un mes el organismo rector del fútbol recibió duras críticas por la
designación de las Copas del Mundo de 2018 (Rusia) y sobretodo de 2022 (Catar), esta vez no quedó exento pues, sin demeritar la labor de
Lionel Messi, el jugador premiado, la prensa no ha estado del todo de acuerdo con el galardón. La verdad es que yo tampoco y por eso escribo al respecto en esta entrada.
No juzgo que el premio se entregara al argentino pues estoy consciente de que es el mejor jugador del mundo y lo merece, sin embargo, si me parece sensato enunciar porque no debió recibirlo o, mejor aún, porque otros debieron hacerlo en su lugar. De hecho, para ser justo, esta entrada es más bien lo segundo, un resumen de razones por las que los españoles
Xavi Hernández y
Andrés Iniesta merecían ganarlo más que
Messi.
El Balón de Oro, según se deduce de sus entregas pasadas (aún cuando
France Football entregaba
uno y la
FIFA otro antes de unirse este año), reconoce al jugador que, además de exhibir un fútbol notable, consigue éxitos con su equipo o con su selección. Si no es así, uno no entendería que
Fabio Cannavaro (2006),
Lothar Matthäus (1990) o el propio
Zinedine Zidane (1998) lo ganaran en años
mundialistas.
Así dicho, la edición de este año debía premiar a un jugador que además de ser exitoso en su club, tuviera un desempeño destacado en la Copa del Mundo de
Sudáfrica. Bajo ese
parámetro,
Messi, que no tuvo un mal mundial pero no destacó en él, debía excluirse de la lista en sus primeras etapas y ceder ante otros que si
cumplian ese perfil. ¿Quienes?, por ejemplo,
Wesley Sneijder (campeón de liga, copa y Liga de Campeones de Europa con el
FC Internazzionalle y
subcampeón del mundo con Holanda) o
Diego Forlán (campeón de Europa
League con el Atlético de Madrid y cuarto lugar del mundo con
Uruguay)
Sin embargo, lo cierto es que hay dos futbolistas que merecen especialmente estar en la lista y, de hecho, formaron junto al argentino la terna final por el Balón de Oro: Xavi Hernández y Andres Iniesta. Ambos presumen, a nivel de clubes, lo mismo que Mesi, pues lo ganaron junto a él pero, a nivel selección nacional, ambos son campeones del mundo. Campeones del mundo, se dice fácil, pero para conseguirlo, hay que ser tan esplendidos como ese par.
Messi es claramente el mejor jugador del mundo, el tipo que recibe todos los aplausos y que hace maravillas cuanto tiene el balón en sus pies, sin embargo, no hay que olvidar que Balón de Oro no sólo premia eso, sino que reconoce al que es el mejor jugador en ese año y Messi, ante tipos como Xavi e Iniesta -e incluso Sneijder o Forlán-, no tuvo un año tan meritorio.
Desde la prensa hay rumores de que Messi tiene un contrato con una marca que a su vez tiene contrato con FIFA y de allí, de los éxitos mercadológicos, se explica el premio. Yo me niego a creer eso -pese a que FIFA ha dejado bien claro que, de elegir dinero a méritos, prefiere el dinero- pues se trata de un jugador en verdad notable, sin embargo, a cambio prefiero defender, desde mi trinchera, por que el premio debió caer en pies españoles.
Andrés
Iniesta es uno de esos jugadores que, además su enorme capacidad como futbolista tienen esa chispa, ese encanto; un jugador que hace equipo, desde el
vestidor hasta el campo y que luego se rinde a él como un hincha más. Recuerdo mucho la última eliminación que el
Chelsea sufrió a manos del Barcelona en la Liga de Campeones, un partido que narró el espléndido
Fernando Palomo y que se definió por un gol
tardió de
Iniesta. Aquella vez, Palomo se quedó sin palabras y sólo gritó "¡Cerebro, cerebro, cerebro
Iniesta!", una y otra vez (pueden revivir ese momento en
este video)
Aquellas palabras se me quedaron grabadas y nunca, nunca más volví a ver Iniesta como un jugador más. Él es el cerebro del Barcelona, y él es el cerebro de España. La capacidad que tiene para convertir una posesión en una oportunidad de gol es fantástica, y más lo es que lo haga sólo con un toque de primera intención, un recorte o una simple finta. Me dirán que eso es justamente lo que hace Messi y yo les diré que no es cierto, porque Messi hace lo que sigue, es decir, ejecuta la oportunidad de gol luego de que cerebro Iniesta la ha creado.
Y si
Iniesta es el
cerebro, entonces
Xavi Hernández es, sin decir más palabras, el alma del Barcelona y el alma de España.
Messi podrá ser el talentoso, el mago, pero lo que hace
Xavi va más allá de simple magia e ilusionismo, da equilibrio, mide los tiempos y las velocidades, circula la pelota. Siempre he tenido la especial sensación de que tipos como
Xavi te arman equipos, que la posición que juega es la más complicada y la que más exige inteligencia y visión. Creo, y algunos me dirán que exagero, que
Messi,
Ronaldo,
Robben y compañía son tipos reemplazables: talento por talento,
magía por magia; mas hombres como
Xavi son insustituibles.
Cuando el español se retire del Barcelona y de España, lo peor que ambos equipos pueden hacer es buscar un sustituto, alguien que haga lo que él hacía: no van a encontrarlo jamás. Lo de Xavi es tan único y especial que si uno se pregunta por que el club catalán y la selección española tienen un juego tan vistoso y preciso, la respuesta está en que ambos se basan en el juego de su número 8. Por eso, porque el tipo es, más que un mago, un jugador único, es por eso que me molesta especialmente que no le dieran el Balón de Oro en el año que más se lo merece.
Creo, a manera de conclusión, que el premio entregado a Messi deja un gran sinsabor. Se siente forzado, obligado a reconocer los aplausos que el argentino desata mientras deja en una suerte de sombra el trabajo de sacrificio que otros como Xavi e Iniesta hacen. Mientras Messi se confirma como el mejor del mundo, sus compañeros se conforman con ser considerados genios incomprendidos. Aunque, honestamente, siempre he admirado más a los genios incomprendidos que a los ídolos reconocidos.